Breve Descripción
Del orden de los coleópteros, el ciervo volante es un artrópodo de un tamaño considerable. Los machos pueden medir entre 3 y 9 cm y las hembras entre los 2,8 y los 5,4 cm. Cubierto por un duro exoesqueleto de quitina, el ciervo volante presenta una gama de colores que van del marrón oscuro, al pardo y pudiendo mostrar hasta marcadas tonalidades rojizas o burdeos. Su brillante exoesqueleto le sirve de protección contra los depredadores.
Una de las particularidades de la especie que lo hacen especialmente llamativa para entomólogos, coleccionistas y dueños de mascotas exóticas es su marcado dimorfismo sexual. Mientras que la hembra es de menor tamaño y redondeada, con una cabeza pequeña y unas mandÃbulas proporcionadas con su tamaño, el macho presenta unas grandes mandÃbulas hipertrofiadas y dentadas que recuerdan vagamente a las astas de un cérvido.
Según algunos autores, existen numerosas subespecies de ciervo volante. L. cervus cervus, la más extendida en el continente europeo, es tÃpicamente bicolor, con el tórax y la cabeza negras y el abdomen y las mandÃbulas de una tonalidad rojiza o burdeos. L. cervus akbesianus presenta unas grandes mandÃbulas abiertas y habita principalmente TurquÃa y Siria. L.cervus turcicus, más parecido al L. c. cervus, es más común en zonas de Grecia, Bulgaria y Tracia. L.c. judaicus, también de tonalidades más rojizas, habita en el Este de TurquÃa y en el Norte de Siria. L. cervus laticornis, que habita en el centro y sur de TurquÃa, presenta una dentición interna en las mandÃbulas seguida de dos o tres dentÃculos. En el Sur de Francia habita una subespecie endémica, el L. c. fabiani, que presenta unas mandÃbulas algo más delgadas y ligeramente curvadas. No obstante existe una gran discrepancia en la comunidad cientÃfica, y algunos autores sólo reconocen como subespecies al L. c. cervus y al L. c. judaicus.
La especie presenta numerosos nombres vernáculos a lo largo de toda nuestra penÃnsula. Aunque el más común y el que suele aparecer en los libros es el de ciervo volante, también se le llama escornabois en Cantabria, vacaloura en Galicia, bacalloira en Asturias, arkanbelea en Euskadi y Escanyapolls en Cataluña, entre otros muchos.
Hábitat y Comportamiento
Debido a su ciclo de vida, el ciervo volante habita principalmente en zonas boscosas, y no se adapta bien a la vida en las urbes. Lo podemos encontrar en bosques que constan con un amplio rango de especies arbóreas, como en bosques de hayas, sauces, castaños, nogales, tilos y fresnos, pero parece sentir preferencia por los quercus de hoja caduca, como el roble y los alcornoques. Se dan casos excepcionales en los que hay presencia de este insecto en algunos parques urbanos, pero se trata de algo meramente anecdótico.
Pese a que pueden estar activos durante todo el dÃa, su pico de actividad se da durante el crepúsculo y la noche. Aunque generalmente se le puede observar durante el periodo que va desde la primavera hasta otoño, es en verano, durante el mes de Julio, donde tenemos más posibilidades de encontrarnos con ejemplares adultos. Las larvas atraviesan la transformación hacia ejemplares adultos alrededor del otoño, pero los ciervos volantes hibernan, emergiendo durante el periodo de calor para reproducirse. En las zonas más frÃas de la penÃnsula puede que el ciervo volante no salga hasta Agosto.
Son insectos principalmente solitarios, aunque las larvas, que crecen enterradas en madera en descomposición, tienen mecanismos para comunicarse con otras larvas usando las patas. Al ser una especie saproxilófaga, las larvas crecen a expensas del aprovechamiento de la madera en descomposición, motivo por el cual no se adaptan bien a la vida en las urbes.
La especie, especialmente las larvas, consta con numerosos depredadores, entre ellos gatos, zorros, córvidos y otras aves. La reacción habitual de los ejemplares adultos cuando ven a un objeto de gran tamaño aproximándose es quedarse quietos.
Durante el vuelo, los ciervos volantes emiten un zumbido bajo y profundo muy caracterÃstico. Aunque algunos autores han propuesto que los machos son más dados que las hembras a remontar el vuelo, otros discrepan con esa afirmación dado que la hembra necesitarÃa desplazarse a bastante distancia en busca de árboles y troncos muertos donde hacer la puesta.
Alimentación
Los adultos se alimentan principalmente de savia, néctar y de los jugos dulces de los frutos maduros hacia los que se sienten atraÃdos. Las larvas, que son pequeñas y blancas con una caracterÃstica cabeza naranja, permanecen enterradas en madera en descomposición, tales como troncos caÃdos de árboles muertos, ramas, árboles viejos, y hasta en montÃculos de compost y vallas de madera, alimentándose de ella.
Reproducción
Durante el periodo estival, cuando empieza el calor, los ciervos volantes emergen de sus refugios invernales para alimentarse y buscar pareja. No está claro cómo ocurre el apareamiento por lo que existen diversas teorÃas al respecto. La más aceptada es que los machos se aglomeran alrededor de las hembras, a las que localizan posiblemente gracias a las feromonas sexuales, y compiten para atraer su atención. Los machos se enzarzan en combates enlazando sus pinzas en un pulso en el que intentan que el contrario pierda el equilibrio. Poco se sabe de las consecuencias de estos combates, aunque la mayorÃa de los autores tienden a minimizar los daños sufridos por los perdedores. Es posible que el vencido simplemente se retire, aunque en otras especies se dan casos de graves daños, incluso de muerte.
El vencedor se aparea con la hembra. La duración de la cópula no está clara dada la escasez de estudios que hay sobre la especie. Algunos autores hablan de varios episodios de apareamiento a lo largo de varios dÃas, que parece ser lo más probable. El macho suele escoltar a la hembra durante un tiempo, seguramente para garantizar la paternidad. Los machos más pequeños, al no poder competir contra los más grandes, han desarrollado otra estrategia. Se dedican a rondar las zonas donde se encuentran las hembras y aprovechan las oportunidades en las que los machos grandes están combatiendo para aparearse.
Una vez fecundada, la hembra pone los huevos en la corteza de árboles muertos y troncos caÃdos. La puesta consta de 20 huevos grandes que se depositan uno a uno. Éstos eclosionan entre las dos y las cuatro semanas. Las larvas, que son ciegas, pequeñas y blancas, permanecen enroscadas en forma de C. Viven entre cuatro y seis años dentro del tronco muerto, alimentándose de la madera en descomposición. Tienen un apetito voraz, pudiendo consumir en un solo dÃa hasta 22 centÃmetros cúbicos de madera. Hacia el final de su desarrollo larvario pueden llegar a medir diez centÃmetros de largo.
La larva, antes de su metamorfosis, se entierra en la tierra, en una cámara construida con madera y otros materiales, donde forma crisálida. Permanecerá en ese estado durante al menos unos tres meses. Una vez completada la transformación, el ciervo volante permanece hibernando hasta que comienza de nuevo la temporada de calor.
Mientras que la vida de una larva puede constar de varios años, una vez adulto el ciervo volante vive tan sólo unas pocas semanas.
Distribución
Como ya hemos visto, el ciervo volante es una especie que podemos encontrar distribuido por gran parte del continente Europeo, en la zona del Cáucaso, Asia Menor, Siria y el oeste de Kazakhstan. En Europa está ausente en Irlanda, y se le ha declarado extinto en Dinamarka y Latvia. En España y Portugal lo podemos encontrar principalmente en la mitad Norte de ambos paÃses. En el Sur, aunque está presente, está relegado a pequeños enclaves y zonas muy particulares. Aunque puede parecer, por su amplia distribución, que la especie está a salvo del riesgo de extinción, lo cierto es que su presencia está disminuyendo en casi todos los territorios donde habita, especialmente en la zona centroeuropea. Su distribución sólo está aumentando en Croacia y Eslovaquia, siendo el primero uno de los paÃses que se ha preocupado en construir pasos para la fauna en sus autovÃas.
Amenazas y Estado de Conservación
Las principales amenazas a las que se enfrenta el ciervo volante son la destrucción de sus hábitats naturales. La sustitución de muchas especies de árboles autóctonas por especies de consumo como puedan ser los eucaliptos o las conÃferas suponen una de las principales amenazas para una especie que está fuertemente ligada a sus bosques.
Al ser una especie que depende totalmente de la madera en descomposición, las tareas de limpieza y retirada de madera muerta y árboles viejos de los bosques suponen un grave riesgo para la especie. Mientras que en condiciones normales, sin intervención humana, el Ãndice de madera muerta alcanza un 10% del total de madera presente, en los bosques manipulados está crÃticamente bajo, inferior al 5% del que se darÃa en condiciones naturales. Sin este elemento, el ciervo volante no puede cumplir su ciclo reproductivo.
La captura de ejemplares salvajes por coleccionistas podrÃa ser otra de las amenazas a las que se enfrenta la especie. Al ser visualmente muy vistosa, este escarabajo es muy cotizado, especialmente por los japoneses que pueden llegar a pagar una cuantiosa suma por un ejemplar. Éste comercio de ciervos volantes puede implicar también la introducción de especies no autóctonas, pudiendo ocurrir hibridación y transmisión de parásitos y enfermedades para las que las especies autóctonas no estén preparadas.
Quizás su mayor amenaza es la desidia. Existe poco interés hacia los insectos y un escaso conocimiento entre la población respecto al papel que muchos de ellos cumplen en nuestros ecosistemas. Apenas hay datos sobre la población de la especie. Aunque sabemos que en algunas zonas parecen mantenerse poblaciones estables, en otras hay una clara regresión de su área de distribución. Los estudios sobre la influencia del tráfico, la fragmentación de hábitats y el coleccionismo en la población de ciervos volantes brillan por su ausencia.
Actualmente la especie está incluida en el Anexo II de la Directiva de Hábitats, y está protegida por el Anexo III del Convenio de Berna. En España está incluida como “especie de interés especial†en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, aunque en el Libros Rojo de los Invertebrados de España está catalogado como especie con “preocupación menorâ€.