El «café para todos» deja 3 grupos más después de 26 años

Dos lobos ibéricos del CEA la Dehesa, jugando. Foto: Ramón Carretero.

El pasado día 11 de marzo del presente año, MAGRAMA (Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente) hizo público los resultados del censo nacional elaborado durante los años 2012-2014).

Lo más reseñable, a falta de disponer del censo completo, es que los resultados muestran que desde 1988, hasta  2014, tan solo hay 3 grupos reproductores más (o 3 manadas), todo un «logro» después de 26 años en el que veremos a los políticas darse palmaditas en la espalda por lo bien que lo han hecho. Sus políticas de «café para todos» o de «bien queda» han resultado ser negativas para la conservación de la especie.

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Tabla 1. Censo 2014.

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Tabla 2. Censo 1988

 

 

 

 

 

 

En ambas tablas podemos observar datos muy interesantes, a la vez que preocupantes. Nos despedimos oficialmente de los 8 grupos reproductores en Andalucía. También podemos observar como el nuevo censo no otorga grupos en el País Vasco o en La Rioja, los que otorga son grupos compartidos con otras Comunidades Autónomas.

En cuanto a Castilla y León, con la unificación de los censos autonómicos, llegan las rebajas, de los 179 grupos que alardeaban tener, resulta que tan solo 163 crían realmente en la Comunidad, tan solo 4 grupos más que en el año 1988. Los otros 16 grupos son grupos que comparte con otras comunidades o países (Portugal en este caso).

Aún así, no es de extrañar que veamos declaraciones absurdas de los distintos dirigentes políticos que se dan golpes en el pecho por sus buenas políticas hacía el lobo.

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Declaraciones del consejero de Fomento y Medio Ambiente, Suárez-Quiñones por la manifestación a favor del lobo, el pasado día 13/03/16 en Madrid en el Diario de León.

 

No solo redondea a su favor, pasando de los 179 grupos que ofrece el censo de Castilla y León, a 180, sino que además, como viene siendo costumbre en las administraciones, multiplica por 8’88 para obtener un número de 1.600 ejemplares.

Cuando uno investiga la formación profesional del consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, observa que su formación es de jurista, no de cualquier otra rama relacionada con la conservación o el medio ambiente, y claro, de ahí que nos encontremos con declaraciones dignas de un galardón por su ignorancia en estas materias:

«Creo que hay que proteger todos los animales incluidos los terneros, las vacas, las ovejas que forman parte del patrimonio natural y aparte son un recurso económico importantísimo»

Quizás alguno de sus asesores debería explicarle a este señor que la ganadería no forma parte de ningún patrimonio natural, por propia definición, no restando por ello la necesidad de proteger a la ganadería, pero claro, cuando hablamos de proteger, diferimos mucho en el concepto, ya que proteger es cuidar de la ganadería, no matar al lobo por el mero hecho de que al sur del río Duero, no existan medidas disuasorias contra grandes depredadores. «Cuidar a la ganadería a nivel institucional» quizás sea luchar por los intereses reales de la ganadería, y no marcando al lobo como cabeza de turco.

Interesante también el plan de conservación del lobo que anuncia:

«El consejero ha señalado que existe un plan para la conservación del lobo en la Comunidad por el que ciertos ejemplares pueden ser abatidos al norte del Duero, «lo que es compatible con el control de la especie al sur del río por los daños que genera».

Suárez-Quiñones ha defendido la protección del lobo, pero ha advertido de que «tiene que ser compatible con la protección de la ganadera de la que viven cientos de familias»».

En pleno siglo XXI, disponemos de medios que permiten al ser humano realizar su actividad en la naturaleza, minimizando el impacto en la misma, es el ser humano el que debe adaptarse a la fauna silvestre y no al contrario. El lobo, lo quieran o no, es un animal de interés especial por la UE, además, como gran depredador, es clave para el mantenimiento de los ecosistemas de los que depende el ser humano. Y ya demasiados estudios científicos alertan sobre las consecuencias medioambientales por la pérdida de los grandes depredadores en los ecosistemas, en donde además, no solo importa el número de individuos de una especie, sino que además, esa especie pueda cumplir con su papel en las cascadas tróficas. Los lobos de nuestra Península pasan más tiempo evitando ser cazados que siendo lobos.

Fuentes:
  1. Resultados Censo 2014
  2. Resultados Censo 1988
  3. Declaraciones de Suarez-Quiñones en Diario de León.
  4. Declaraciones de Suarez-Quiñones en La Opinión de Zamora.
  5. La política de caza de grandes carnívoros no siempre está de acuerdo con la ciencia
  6. ¿Por qué debemos tener depredadores?
  7. Los impactos de los grandes depredadores dependen del contexto.
  8. Coexistencia con los grandes carnívoros: Cascadas tróficas.

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