Las abejas melíferas podrían ser la especie equivocada a proteger

Abeja melífera (Imagen: https://apiculturaenvalero.wordpress.com)

Todos nosotros hemos escuchado, a lo largo de estos años, que las poblaciones de abejas están menguando en todo el planeta. En nuestros oídos retumba la frase atribuida a Albert Einstein de que cuando las abejas desaparezcan del planeta, a la humanidad le quedarán cuatro años de vida. Dramático, quizás excesivamente, pero no menos cierto en su significado si no pensamos en esta frase de manera literal. A lo que se refiere realmente es al estado de simbiosis en el que nos encontramos todas las criaturas del planeta. Constantemente vemos los estragos que eliminar una especie conlleva al resto del ecosistema. Si seguimos exterminando a las especies que nos acompañan, si seguimos desestabilizando los ecosistemas de los que dependemos para vivir, nuestra especie se verá irremediablemente abocada a la extinción. Ante esta perspectiva es lógico que nosotros, haciendo gala de nuestro natural instinto de preservación de nuestra especie, queramos revertir esta tendencia protegiendo a las abejas. Pero, ¿y si nos estamos equivocando de especie?

Las abejas no son una única especie sino una familia con más de 20,000 especies en todo el mundo. Sin embargo, en los medios habitualmente nos encontramos con referencias a la abeja melífera. Si bien es cierto que muchas colmenas de abejas melíferas se están perdiendo a causa de los pesticidas nicotinoides y de enfermedades, el número de colonias está aumentando por todo el planeta a causa de intereses socioeconómicos. Esta densidad artificialmente alta de abejas melíferas no sólo no contribuye a la conservación de la vasta mayoría de especies de abejas sino que además podría ser que fuese perjudicial tal y como se refleja en un estudio publicado en Nature; Ecology & Evolution.

La teoría básica de la ecología nos muestra que una especie cuyo manejo doméstico la lleve a ejercer un papel dominante entrará en competición por los recursos con sus primos salvajes y, finalmente, terminará por imponerse. De la misma manera las altas densidades de consumidores terminan por dañar a los niveles tróficos inferiores por sobre-explotar los recursos disponibles. El ejemplo más claro lo encontramos en áreas ganaderas donde existe un sobrerramoneo. Sin embargo poder experimentar y analizar los efectos que las abejas melíferas tienen sobre las especies salvajes implicaría modificar comunidades enteras, una tarea complicada y no muy recomendable. Por suerte este experimento ya estaba ocurriendo en las zonas agrícolas del sur de España.

Los datos recogidos para el estudio “El derrame de abejas melíferas remodela las dietas de los polinizadores y afecta al éxito reproductivo de las plantas” es parte de un conjunto mayor de datos recogidos para el proyecto europeo STEP (Status and Trends of Europan Pollinators). Entre otras cuestiones el proyecto intenta esclarecer la hipótesis de que la presencia de cultivos de floración masiva dentro de un ecosistema específico puede estar teniendo un efecto sobre las comunidades de polinizadores salvajes en Europa.

Entre los países que se analizaron se encontró que la zona sur de España revelaba un patrón completamente distinto. Aquí las abejas melíferas son la especie dominante, representando el 73% de las interacciones entre ellas y las flores salvajes. Estas abejas provienen de las colmenas que hay en las proximidades de monocultivos de naranjas de la zona. Esto creó las condiciones perfectas para un experimento donde el grupo de control de baja densidad de abejas era replicable y en el cual, a mitad de estación, la densidad aumentaría por dos de manera natural. Con estos datos se podría finalmente analizar los efectos de cascada que la sobreabundancia de abejas tenía en las comunidades de polinizadores salvajes, las interacciones entre plantas y polinizadores y también el éxito reproductivo de las plantas. (ScienceDirect)

Las observaciones muestran una evidencia indirecta de que la invasión de abejas melíferas en los ecosistemas salvajes después de la floración de los naranjos está afectando a las especies de abejas salvajes, sumándose a todos los problemas que ya tiene tales como el cambio climático, pérdida de hábitat y el uso y abuso de pesticidas. Las especies domésticas y salvajes entraban en clara competición y las segundas utilizaban una menor variedad de flores a la vez que evitaban aquellas plantas preferidas por las melíferas cuando éstas se encontraban en grandes números. A eso hay que sumarle que si bien un pequeño número de abejas beneficia a las especies comunes de plantas, una alta densidad de abejas melíferas perjudicaba su reproducción. La investigación mostró que no sólo los efectos directos de la agricultura, tales como destrucción de los hábitats, afectaban a las poblaciones de especies salvajes, sino que también este tipo de prácticas como son el mantener grandes números de colmenas en una misma zona podían resultar perjudiciales.

Los efectos adversos de la sobrepoblación de abejas melíferas es un problema de especial relevancia en España, ya que contamos con alrededor de 1000 especies de abejas y nuestro país es una zona de especial interés por la diversidad presente. Pese a la riqueza de especies en la zona muchas de ellas no han sido adecuadamente descritas y la información respecto a su estado de conservación es escasa o inexistente en muchos casos, unos deberes que España tendría que ponerse a hacer lo antes posible. La investigación llevada a cabo es sólo la punta del iceberg. Sería necesario elaborar más estudios sobre los efectos que el aumento del uso de abejas melíferas están teniendo sobre otras especies de abejas. Es necesario alcanzar una serie de regulaciones que equilibren las densidades de abejas en el futuro, que identifiquen los números seguros en los que exista un beneficio en la producción sin afectar negativamente a las poblaciones de abejas y plantas salvajes. Al fin y al cabo la apicultura, como muchas otras actividades humanas, no deben ser confundidas con conservación.


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