Cuando el lobo se encontró con el oso

Foto tomada por el finlandés Lasse Niskala

Son dos superdepredadores, ambos en la pirámide de la cadena alimenta, ambos supervivientes… ambos rivales.

Su lucha por conseguir alimento les lleva a enfrentarse en una gran cantidad de ocasiones.

Los lobos son animales gregarios, que encuentran la fuerza en la manada. El oso, es un animal solitario de gran fuerza.

¿Qué puede llevar a estas dos especies tan distintas a un encuentro así? Sinceramente no lo se, quizás sea el saludo de dos reyes que se cruzan por el camino, o quizás una reminiscencia por un origen compartido (canoidea), pero sea el motivo cual fuere, lo que realmente nos queda claro es que ambos son capaces de mantener un respeto interespecífico, del cual dudo que nosotros conservemos.

La foto fue tomada en los alrededores de Kuhmo (Finlandia), un pequeño pueblo situado cerca de la frontera con Rusia, a la orilla de un pantano cubierto de bruma.

Dos especies tan atávicas como el lobo y el oso, deberían servirnos de inspiración y no como diana de nuestros rifles.

La necesidad de preservar al lobo ibérico

Foto de La Manada.

En la guerra de declaraciones (incluyendo los insultos cruzados) entre los que están a favor de matar al lobo, y los que estamos en contra de dicha línea de actuación, a veces nos dejamos a un lado el porque es tan necesario mantener al lobo y cual es su verdadera función para los ecosistemas.

Recientemente ha sido publicado un estudio en la prestigiosa revista científica Science de la importancia para los ecosistemas la presencia de los grandes depredadores en ella.

Un equipo internacional de 24 investigadores a realizado un estudio a nivel global sobre el impacto del declive de los grandes depredadores y herbívoros, la cúspide de la cadena trofica, en todo el ecosistema sobre el que se asientan.

Pirámide trófica obtenida de la web APRENDEMOS SOBRE ECOSISTEMAS

Antiguamente, cuando se hablaba de la pirámide trófica, siempre se había pensado que la parte fundamental sobre la que giraba la citaba pirámide, era su base, sobre la cual giraba el resto del ecosistema. Si había flora, habrían insectos, aves y mamíferos herbívoros que se alimentaban de esa flora, a su vez, otra serie de animales se alimentarían de los anteriores y así sucesivamente hasta llegar a los superdepredadores, por tanto, la creencia anterior de que había que mantener «la base» de la pirámide para sostener el ecosistema.

Pero el citado estudio nos ha mostrado el error en tal afirmación, y nos pone de manifiesto la importancia que cumplen todos los seres que componen la pirámide, incluyendo en este caso, la punta de la pirámide que es lo que nos atañe realmente en este tema referido al lobo.

Y la pregunta es, ¿cómo? Pues pongamos un ejemplo, usando la propia pirámide. ¿Que ocurriría si eliminamos al lobo ártico de allí? Pues nos encontramos con que al no haber un superdepredador, las especies que se ven afectadas por el lobo, como el caribú, se encontrarían sin depredador, por tanto, no sufrirían bajas a causa del lobo. El caribú podría pastar libremente sin tener que estar en constante movimiento por los ataques del lobo, no tendría que estar migrando de un lugar a otro para evitar los ataques del lobo. ¿En que afecta eso a la pirámide trófica? Simple, la presión constante que los caribú ejercerían en un mismo terreno afectaría a la flora misma, que no podría regenerarse ante la presencia de los caribú, cuya población aumentaría considerablemente al no tener depredadores. Pero es más, la ausencia de depredadores también afectaría seriamente a la propia población de los caribú, ya que otra de las funciones de los grandes depredadores es la de purgar las especies, los animales viejos y enfermos son los primeros en caer a manos de los depredadores, por tanto, la posibilidad de que una enfermedad se propague dentro de la especie es casi nula, pero, ¿qué ocurre si no hay un gran depredador que saneé a la especie?

El que se vea afectada la flora, como se puede comprender, no solo afectaría a los caribú, sino al resto de la pirámide, ya que estos ungulados no serían los únicos que se verían afectados. Y por no contar que la desaparicion de la flora afecta hasta la composición del suelo, la temperatura ambiental…

Todo lo relatado hasta ahora, tiene su propio ejemplo en casos reales, no se trata en suposiciones alarmistas de «los científicos locos», sino que se trata de hechos ya estudiados y contrastados y voy a poner dos ejemplos de ello:

En 1918 fueron eliminados los grandes depredadores para proteger el número de ungulados del Parque Nacional de Yellowstone.

Durante este período, hubo muy poca regeneración de nuevos álamos temblones, sauces y álamos de Virginia. Las poblaciones de alces empezaron a mostrar un aumento marcado en megafauna coja o enferma. Al no temer a los lobos, los alces pastaban dondequiera, y, durante décadas, procedieron a alimentarse de -y matar- todos los individuos jóvenes de álamo de Virginia que crecían en las riberas de los arroyos. Esto trajo como consecuencia la erosión de las riberas de los arroyos, y el aumento en la temperatura del agua.

Para los 90, el gobierno federal había cambiado radicalmente su opinión sobre los lobos. Los científicos decidieron traerlos de nuevo al área en 1995. El U.S. Fish and Wildlife Service trajo 15 lobos grises de Canadá. Los lobos se desarrollaron, y, ahora, hay más de 300 de sus descendientes viviendo en Greater Yellowstone Area. Ahora, los lobos influyen sobre los alces a través de la mortandad directa: han estado cazando alces, y comiéndoselos. Ha habido un aumento en la regeneración del álamo temblón, el álamo de Virginia y el sauce. Esto ilustra cómo los lobos, también, influyen en los alces a través de medios no letales. Por lo visto, el temor de ataques por parte de los lobos evita que los alces se alimenten de los árboles jóvenes en zonas del dominio de los lobos, y que frecuenten los arroyos.

Los restos de alce proveen alimento a animales tales como cuervos, águilas y osos. Según un ecólogo, la reintroducción de lobos ha afectado a más de 25 especies en Yellowstone. Los cuerpos de los alces muertos por lobos son consumidos por otros carnívoros.

Otro ejemplo, y alejándonos de los lobos, lo tenemos en la caza industrial de ballenas en el siglo pasado dio lugar a la pérdida de una gran cantidad de grandes ballenas consumidoras de plancton. Ahora se sabe que ejercían un gran papel en la captura de carbono en las profundidades del mar mediante la deposición de sus heces. El resultado ha sido la transferencia de aproximadamente 105 millones de toneladas de carbono a la atmósfera que podrían haber sido absorbidas por las ballenas, lo que ha contribuido al cambio climático.

Claro que algunos prefieren seguir vendiendo el lema de «con lobos no hay paraíso», cuando realmente «sin lobos, no hay paraíso», pero claro, yo no me baso en suposiciones, maldiciones y cuentos para no dormir, me baso en hechos científicos, contrastados y demostrados.

Os dejo dos enlaces a otros dos artículos relacionados con la importancia de los grandes depredadores en los ecosistemas:

Noroeste Ibérico

Mongabay

Etnología del lobo