Durante este fin de semana se han desarrollado las jornadas «Donde habita el lobo», celebradas por la Asociación Conservacionista La Manada y enmarcadas en nuestro ciclo: «Lobo, mito y realidad».
Tras la recepción del viernes, con las oportunas presentaciones, nos levantamos el sábado dispuestos a buscar a nuestro protagonista, tarea nada sencilla, ya que las esperas suponen madrugar y aguantar quietos las bajas temperaturas de la zona mientras tratamos de localizarlo.
Tras una mañana fresquita pero muy tolerable…ya casi cuando ibamos a recoger el campamento…tuvimos muuuucha suerte y nos apareció el prota de nuestro evento. Parecía que el mozalbete estuviera pensando….»bueno, pues ahora que se van a tomar un café y entrar en calor, voy yo a darme un buen paseito, sin mirones indiscretos» pero le salió mal el intento, a pesar de estar a mas de dos km de distancia, pudimos observarlo durante un buen rato…para muchos de los presentes era la primera vez que veían un lobo en total libertad y debemos de confesar, que todos los participantes nos sentimos emocionados con la suerte que tuvimos. Ya que sabemos que no es una tarea fácil.
Repuestas las fuerzas con unos cafecitos calentitos y un buen pincho de tortilla, en un pueblecito de la zona, estuvimos realizando un recorrido interpretativo tratando de percibir su presencia.
Huellas y excrementos «compatibles» con lobo, por todas partes! es increíble la sensación de saber que quizá ellos están viéndonos y nosotros a ellos ni los intuimos.


Tras volver al Hotel Remesal a reponer fuerzas y realizar otra espera en busca del lobo, estuvimos hablando de la conservación del lobo en la Península Ibérica, sobre todo las amenazas que puedan poner en riesgo su conservación.
La mañana del domingo nos rompió la última espera de lobo, pero nos regaló imágenes del entorno espectaculares
Tras hacer otra ruta interpretativa del entorno, continuamos con los talleres de cráneos y pieles
Y por último pero no menos importante, despedimos la charlas con el gran patrimonio cultural asociado al lobo en el Noroeste de Zamora.
Todos los talleres estuvieron muy bien orquestados, muy amenos e interesantes (a pesar de que alguno de los participantes, dejara descansar ligeramente sus párpados, durante el desarrollo de los mismos, ya que los madrugones fueron aceptables)
La despedida siempre se hace dura (aunque el trayecto de vuelta también lo puede ser, sobre todo para los que veníamos del sureste de la Península), pero nos quedamos con dos grandes momentos del evento: