Existen numerosos argumentos respecto al uso de los controles de población sobre el lobo como manera de atajar algunos de los conflictos existentes entre este animal y el mundo rural. Uno de los argumentos más habituales esgrimidos es la disminución de ataques del cánido sobre el ganado, pero no es el único con el que se arman los grupos que están a favor de su caza para generar una mayor tolerancia social hacia el uso de dichos controles. En este artÃculo analizamos, de forma breve, algunos de los argumentos más habituales y contrastarla con la información cientÃfica disponible para comprobar si realmente esos argumentos se apoyan sobre datos empÃricos.
1ª falacia: La caza como herramienta de conservación; cazar lobos disminuye el furtivismo.
Uno de los argumentos más clásicos que además nos encontramos con cierta frecuencia es la idea de que el furtivismo ocurre cuando los ganaderos se ven desamparados ante la presencia del cánido. Al no permitir su caza los ganaderos pueden optar tomarse la justicia por su cuenta o bien cazando de forma ilegal al animal o poniendo veneno con las consiguientes consecuencias. Ante esta cuestión puede parecer razonable pensar que una caza controlada y gestionada con unos cupos bien definidos mediante criterios cientÃficos pueden ayudar a calmar los ánimos del sector ganadero ayudando de forma efectiva a la conservación del cánido. En EEUU se apoya esta idea por lo que se permiten de forma regulada ocasionales matanzas de lobos para ayudar en su conservación.
Un equipo cientÃfico liderado por Guillaume Chapron de la Universidad Sueca de Ciencias AgrÃcolas y por Adrian Tréveris de la Universidad de Wisconsin decidieron analizar si esto era cierto y se dispusieron a analizar los 12 cambios de leyes de protección del lobo en Wisconsin y Michigan durante el periodo comprendido entre 1995 y 2012, y analizaron los efectos que dichas leyes tuvieron sobre la población de lobos.
Durante este periodo hubo seis momentos en los que los animales estaban completamente protegidos y otros seis en los que el gobierno podÃa dar caza a los lobos. Los ejemplares abatidos se suponÃa que habÃan sido sospechosos de perpetrar ataques contra el ganado y podÃan suponer un riesgo para la población humana pese a no existir un solo registro de ataques de lobo sobre seres humanos.
Los resultados mostraron que si bien la población de lobos creció durante todo el estudio durante los periodos en los que cazar lobos estaba permitido el crecimiento se frenó en un tercio, algo que por sà solo no era explicable mediante la extracción legal de ejemplares. Tras excluir otros factores como el de los lobos dispersantes que abandonan su territorio, la única explicación posible a dicho frenazo fue la caza furtiva. La caza furtiva no sólo no disminuyó sino que se hipotetiza que la caza legal puede incluso servir de aliciente al furtivismo ya que si el gobierno se permite matar animales protegidos no hay razón por la cual un cazador furtivo considere que él no debe hacerlo.
2ª falacia: cazar lobos mejora la aceptación de la población rural
Otro de los argumentos es que la caza controlada de depredadores mejora su percepción de cara al mundo rural, seguramente relacionado con la idea anterior de que los ganaderos no se ven desamparados y ven al gobierno como que está tomando medidas contra lo que consideran un problema para ellos. Sin embargo un estudio analizó las actitudes de la población antes y después de una temporada de caza en Wisconsin, EEUU para ver si realmente la percepción del cánido mejoraba. Fueron encuestadas 736 personas en 2009 y en 2013 para valorar como habÃa cambiado su percepción en ese tiempo.
Un 66% de la población se mostró favorable ante la decisión de cazarlos. Sin embargo resulta llamativo que entre la población masculina y los cazadores se observó una tendencia negativa de la tolerancia hacia el cánido en ese periodo, lo que viene a sugerir que no aumentó su percepción social.
El conflicto entre humanos y depredadores es multifactorial. Entre los muchos factores nos encontramos con competencia por el territorio, por los recursos, como pueda ser la ganaderÃa, competencia por las presas salvajes entre los cazadores, miedo a sufrir ataques de estos animales y los costes asociados a la convivencia con estas especies. La caza de estos animales, pretender convertirlos en recursos valiosos y gestionar sus poblaciones de forma controlada pueden parecer a priori una medida lógica y efectiva para garantizar su supervivencia, pero como hemos observado no ha sido ese el caso. No se puede conservar a golpe de escopeta ni mejorar la percepción de los grandes depredadores si le decimos a los humanos que está en nuestro derecho abatirlos y disponer libremente de sus vidas.
3ª falacia: cazar lobos disminuye los ataques al ganado.
Dejo para el final el argumento estrella. Matar lobos es efectivo para disminuir los ataques al ganado. La respuesta es tajantemente no. La única manera en la que el control poblacional se vuelve efectiva es cuando exterminamos de facto a la especie. La extracción de ejemplares de lobo se ha demostrado ineficiente y contraproducente de cara a reducir los ataques al ganado, principalmente porque los criterios de control se hacen al tun tun y sin tener en cuenta la naturaleza del cánido. Es decir, no sólo no se busca y elimina a ese ejemplar de lobo que ha depredado sobre ganado, sino que se elimina a cualquier lobo que se ponga a tiro sin tener en cuenta la compleja naturaleza del cánido.
En España se analizó la relación entre las quejas por predación de osos y lobos con la abundancia de estos animales, número de cabezas de ganado, número de lobos sacrificados, compensaciones pagadas y la cobertura en los medios de comunicación. También se analizó la eficacia de los controles poblacionales de cara a reducir la predación del cánido sobre el ganado.
Los resultados observaron que no habÃa ninguna correlación entre el número de noticias sobre el lobo y los costes de los daños causados. También hubo un aumento de los daños sobre el ganado en aquellas zonas donde habÃa habido control sobre el depredador el año anterior. A mayor intensidad de controles mayor era el número de ataques sobre el ganado. La disponibilidad de presas silvestres también fue un factor relevante. Aunque no hay informes sobre la abundancia de presas silvestres, sà se observó que el número de ataques sobre ganado se correlacionaba con el número de ungulados abatidos por la actividad cinegética.
Para entender por qué ocurre esto tenemos que entender la naturaleza del cánido. Los lobos viven en grupos sociales gobernados por una pareja reproductora, los hijos de primera y segunda generación y en algunos casos dispersantes que se han acoplado de manera temporal al grupo. Estudios han demostrado que la capacidad de cazar cierto tipo de presas, como puedan ser bisontes en EEUU o jabalÃes en España, implica necesariamente que el grupo tenga el tamaño adecuado y que los adultos transmitan mediante aprendizaje las estrategias de caza. Eliminar a un lobo de la pareja reproductora, como pasó con la loba N.º 6 en Yellowstone, puede hacer que el grupo entero se desintegre y se disperse, disminuyendo la efectividad de cada lobo para cazar y alimentarse de las presas habituales y forzándole a depredar sobre presas más fáciles para poder sobrevivir.
De hecho se ha observado que en los casos de muerte de un ejemplar reproductor la manada se disuelve en un 77% de los casos. Es más probable que el grupo se desintegre cuando era la hembra la que morÃa o si ambos reproductores desaparecÃan. Un factor determinante era también el tamaño del grupo. En grupos más pequeños como los que encontramos en España hay más posibilidades de que se desintegre si falta alguno de los progenitores. La pérdida de los ejemplares reproductores no implicó necesariamente una disminución de la población, algo que se interpretó debido a que los reproductores suprimen las necesidades de apareamiento de los hijos. Al faltar ellos los ejemplares que quedan vivos pueden buscar compañero con el que aparearse.
No sólo matar a un ejemplar de la pareja reproductora es negativo ya que, como he comentado, la manada funciona como una unidad compleja. Si eliminamos a uno de los subadultos o de los jóvenes adultos, la manada pierde un miembro para la caza, y eso podrÃa disminuir sus posibilidades de depredar sobre las presas habituales forzándoles a buscar otro tipo de presas para no morir de hambre.
Conclusiones:
Como hemos observado en este breve resumen, la mayorÃa de los argumentos esgrimidos no son ciertos. Ni la caza aumenta la percepción social, ni disminuye el furtivismo, ni los controles de población ayudan a minimizar los ataques del cánido sobre el ganado. Teniendo en cuenta estos datos, tenemos que buscar las formas más adecuadas para proteger a la ganaderÃa de los ataques del cánido, como bien puedan ser medidas de control y vigilancia para el ganado aplicando las últimas tecnologÃas o una gestión cinegética eficiente que tenga en cuenta no sólo la población de ungulados silvestres y su estado de conservación, sino también el papel que desempeñan dentro de la cadena alimenticia para evitar lastrar a los depredadores que viven de estos animales.
Fuentes: http://lamanada.org/la-caza-del-lobo-no-evita-los-ataques-al-ganado/ http://lamanada.org/autorizar-la-muerte-de-lobos-aleja-a-los-furtivos/ http://lamanada.org/cambios-de-actitudes-hacia-los-lobos-antes-y-despues-de-su-caza/ http://lamanada.org/el-conflicto-induce-a-error-en-la-gestion-y-conservacion-de-grandes-carnivoros-osos-pardos-y-lobos-en-espana/ http://lamanada.org/puede-la-muerte-de-un-solo-lobo-hacer-que-el-resto-del-grupo-se-desmorone/ http://lamanada.org/efectos-de-la-mortalidad-del-lobo-en-depredaciones-sobre-el-ganado/