Os dejamos un resumen de un artículo publicado en el diario «Tribune Le Monde», en donde podemos observar que la problemática lobo-ganadería no es exclusiva de nuestro país, pero algo también importante, como allí se alimenta un discurso erróneo sobre el papel de los pastores y ganaderos en los ecosistemas, basados en falsas premisas, como salvaguardas de los ecosistemas.
El texto titulado «La defensa de los ecosistemas no abandonados por los pastores», publicado por el diario «Libération», el 13 de octubre del presente año, escrito por científicos sociales y de agronomía, se centra en la salvaguardia de los ganaderos cuya profesión se encuentra en peligro por la depredación del lobo al ganado doméstico, y solicitaban una regulación más fuerte sobre el cánido.
Hábilmente, este artículo entremezcla con palabras carentes de la neutralidad más básica, diciendo realidades distorsionadas o ideas ingenuas. Un texto que huele a una valorización obsesiva de la naturaleza domesticada, los pastos y extensos prados. Estos espacios de bosques oscuros y hostiles parecen haber sido hechos a la luz por la influencia civilizadora del hombre durante varios milenios. La ganadería extensiva se muestra como el estándar de oro de la biodiversidad en Francia (igual sucede en España). Una alabanza duchada por ‘estos agricultores apasionados”, inspirada en el respeto de la vida «que practican la agricultura» más respetuoso con el medio ambiente «, hábilmente entre las fechorías del lobo, que devoraba el ganado doméstico, haciendo campañas de que el lobo es el mal supremo. El vocabulario se emplea específicamente para dramatizar la situación: «Insostenible», «emergencia» o «patrimonio dañado».
Otro punto del que podemos ver un gran paralelismo con el caso español es la invasión de matorral, que había ganado terreno incluso antes del retorno del lobo, por lo tanto, precisamente este pastoreo extensivo que reduce la diversidad de pastos con ovejas o vacas, que no consumen este tipo de matorral. Podríamos añadir muchos otros factores negativos creados por la profesión de la contaminación pastoril actual y la compactación de los humedales, la pérdida de cohesión del suelo producidas por la desaparición de plantas en el corazón de los parques nacionales. En cuanto a los famosos paisajes agro-pastorales de la región de Cévennes, trivializan y se están construyendo bajo las presiones combinadas de un aumento en las prácticas de pastoreo y forestales, la presión del turismo, la caza y la explotación excesiva de agua en el área.
El artículo trata de estimular el miedo ancestral al lobo, que a pesar de los avances de la ciencia en Europa sigue siendo el animal más demonizado. Por lo tanto, los términos «lobos de asalto» que «ataque cerca de las casas y en carretera» sin obstáculos por la presencia humana, casi parece que los lobos atacan en hordas para invadir el hogar de los hombres. En Francia se estima una población de lobos de unos 300 a 350, cuando en el siglo 18 se estimaban en 6.500 y cien años después, en 1000, debido a la persecución por parte del ser humano. ¿Por qué hoy Francia no pudo albergar a unos cientos de lobos cuando nuestros vecinos, España e Italia, toleran de 4-8 veces sin sacrificar por ello el pastoreo?
El artículo también sugiere que el lobo falta a sus obligaciones como regulador de ungulados silvestres, débiles o enfermos, prefiriendo el ganado doméstico saludable. Sin embargo, distintas publicaciones científicas han acreditado que la caza del lobo como elemento para controlar su población y reducir los ataques al ganado, crea precisamente el efecto contrario, ya que las manadas incompletas y/o desestructuradas, no pueden ejercer su labor en los ecosistemas y acaban depredando al ganado que se pretendía proteger, a la vez que pone en riesgo su conservación al debilitar su viabilidad genética. Si el ganado esté vigilado suficientemente, los lobos tienden a buscar presas silvestres, que además satisfacen mucho más su conducta predatoria.
Aún resulta curiosa la omisión por no mencionar el papel esencial lobo en algunos procesos clave del ecosistema, la regulación de los grandes ungulados, control de mesodepredadores… Situado en la cima de la cadena alimenticia junto al lince y el oso, el lobo tiene la corona por sus efectos positivos en la cascada trófica, tanto en Europa, como en América.
Por último, el texto no menciona la financiación concedida para apoyar el pastoreo y duplicar los ingresos de muchos ganaderos: ayudas para la prevención, implantar dispositivos de protección soportado con créditos del Ministerio de Agricultura, con una cofinanciación comunitaria del 50%. El importe total se ha incrementado de manera constante 1,35 millones a 8,8 millones entre 2004 y 2012. A esto se añadió el reembolso de las pérdidas por depredación (por ejemplo, alrededor de 1.547.560€ en 2011 por 1.303 ataques, lo que representan 4.921 víctimas). Compensación que se otorga incluso cuando la responsabilidad del lobo no está demostrada porque los técnicos tienen regulaciones laxas. Tampoco controlan si los beneficiarios han protegido sus rebaños como deben de hacer en lugares en donde realizan su actividad en presencia de grandes depredadores y teniendo obligación de ello como beneficiarios de ayudas (PAC).
Como podemos observar, el caso francés se puede igualar totalmente al caso español, en donde se vuelve a demonizar al lobo, creando una falsa alarma social sobre la desaparición de la ganadería, cuando lo que vemos es que hay mucho poseedor de ganadería que no es profesional, ni trata de la forma adecuada de proteger su ganado. También podemos ver que la ganadería atraviesa las mismas dificultades en las zonas en donde no hay lobos.
La vuelta del cánido supone un reto para los ganaderos, pero ese reto debe ser superado profesionalizando más su labor de pastoreo, y no dejando al ganado libre albedrío.
Un artículo publicado en el diario alemán «Der Bund«, titulado «No es el lobo el mayor enemigo de las ovejas», relata que al año mueren más de 4000 ovejas por la dejación de los ganaderos y pastores, frente a las 200 que mueren a causa del lobo.