
(a) VÃas de efectos ecológicos grandes carnÃvoros en los ecosistemas. (b) Reducción de los efectos ecológicos de los grandes carnÃvoros en virtud de la persecución humana. Fuente: Science.
Los grandes depredadores terrestres, por ejemplo, lobos u osos, desempeñan un papel ecológico clave por su posición en el vértice de los sistemas tróficos. Los cambios en sus poblaciones reverberan a través de las comunidades ecológicas; en consecuencia, su descenso generalizado en el número y la reducción de distribución debido a la persecución humana ha provocado una pérdida de la diversidad biológica en los diferentes sistemas. Aunque muchas de las grandes poblaciones de carnÃvoros están ahora bajo la gestión de una mentalidad conservacionista, las restricciones polÃticas y económicas hacen necesarios ciertos compromisos. Un compromiso común es permitir que los controles de población sean limitados, con la premisa de la sostenibilidad y el objetivo de aumentar la tolerancia y su financiación para la recuperación y conservación de los grandes depredadores.
Aquà nos preguntamos si un gran depredador que puede «mirar por encima del hombro a los cazadores humanos», puede desempeñar plenamente su papel ecológico en el vértice de un sistema trófico. Utilizamos la información sobre el comportamiento predatorio, ecologÃa, interacciones tróficas, y los efectos de la explotación humana para argumentar que la explotación de los grandes depredadores, aunque numéricamente sostenible, socava la lógica expresada comúnmente para su conservación, a saber, la restauración y preservación de la funcionalidad del ecosistema.
El argumento se centra alrededor de la necesidad de realizar polÃticas que no afecten al comportamiento de los grandes depredadores, como el denominado «paisaje de miedo», que mantiene a los grandes depredadores más pendientes de evitar a los humanos que de realizar conductas naturales de la especie y que a la larga, afecta a su función en los ecosistemas. Aunque la caza de grandes depredadores puede mejorar su aceptación pública relajar a los habitantes del mundo rural, los gerentes deben ser conscientes de las ventajas y desventajas de esas polÃticas.
Controversia y propuestas
En parte debido a los esfuerzos de conservación, el futuro de algunas poblaciones de grandes depredadores se ve mejor ahora que hace unas décadas ( Enserink y Vogel, 2006 ). Donde se produce la caza, puede afectar directa o indirectamente a los grandes depredadores, lo cual es importante para la prevención de conflictos (por ejemplo,Tréveris y Karanth, 2003 ).
Sin embargo, la ecologÃa del comportamiento complejo de grandes depredadores, sus efectos a nivel del ecosistema, y las ramificaciones de la gestión humana llevan a la pregunta de si los grandes depredadores sometidos a la gestión preventiva de control letal pueden cumplir eficazmente con sus funciones ecológicas (paisaje del miedo). Esto se debe a que, las actividades de evitación a los seres humanos pueden reducir la eficiencia con la que gestionan los grandes depredadores a las poblaciones de presas. Los ajustes conductuales que realizan los grandes carnÃvoros contemporáneos provocados por la «ecologÃa del miedo», afectan a su papel en los sistemas tróficos. Además, los controles de población también pueden causar cambios genéticos en las poblaciones silvestres ( Allendorf et al., 2008  y Darimont et al., 2009 ), que alertan sobre las consecuencias de ignorar los posibles efectos evolutivos ( Stenseth y Dunlop, 2009 ).
Surgen algunas recomendaciones generales de gestión de la actual comprensión de la ecologÃa de los grandes depredadores. Reconocemos que a menudo será difÃcil aplicarlas y que deben ser ajustados para los contextos especÃficos de las especies y las regiones. Sin embargo, incluimos estas recomendaciones para poner de relieve los aspectos de la gestión de grandes carnÃvoros que los gerentes deben tener en cuenta:
1.Teniendo en cuenta el papel de los grandes depredadores en el funcionamiento del ecosistema, establecer áreas centrales o reservas de grandes depredadores, dentro de grandes paisajes, en donde se excluye la caza humana.
2. La caza humana de ungulados puede ayudar a controlar numéricamente, especialmente en las zonas que carecen de depredadores naturales, pero la caza humana no sustituye a los efectos indirectos de la depredación natural . En los lugares en que sea necesaria la caza de los grandes depredadores, ésta se limitará  en el espacio y tiempo para permitir interacciones naturales y sus impactos ecológicos, al menos en grandes áreas protegidas, con menos presión humana.
3. Impedir o limitar la caza de trofeo de grandes depredadores cuando se basa en rasgos que están vinculados a su desempeño como depredadores superiores (tamaño fÃsico, edad o área).
4. Establecer umbrales más altos y el uso de una mayor selectividad cuando se gestionen «problemas» con los grandes depredadores. La estrategia sobre el control letal de animales de cierto sexo y edad puede ser factible para algunos grandes felinos con caracterÃsticas fÃsicas visibles (por ejemplo Whitman et al., 2004 , véase la Sección 5), pero el campo determinación del sexo o la edad de los lobos u osos durante su control letal suele ser poco realista. Cuando sea posible, la eliminación limitada de jóvenes (de alto riesgo) o animales dispersantes serÃa mejor que la eliminación de parejas reproductoras o los integrantes de un grupo, que a menudo tienen efectos ecológicos desproporcionados.
5. Mostrar un cuidado considerable en  la gestión de los individuos de un grupo cuando están en época de crÃa. Por otra parte, evitar la interferencia con la estructura social de los grandes depredadores que viven en grupo (Ejemplo. lobos) apuntando a individuos solitarios en vez de a los miembros de un grupo (ver Brainerd et al., 2008).